ESPACIOS DE INTIMIDAD
01/2024

ESP
La Galería BAT alberto cornejo presenta Diálogos XV: Espacios de intimidad una exposición de Diego Canogar y Lantomo

LANTOMO O LA ENTELEQUIA DEL ROSTRO
Nota de prensa de AMALIA GARCÍA RUBÍ

El rostro humano ha estado vinculado desde el Renacimiento al género del retrato. A través del semblante y sus atributos, por primera vez se conocían aspectos relacionados con la personalidad, la condición social o los gustos del modelo; incluso era posible ahondar en su estado psicológico. No en vano se dice que “la cara es el espejo del alma”. El interés de artistas y escritores por culturas del pasado en la época de las vanguardias, abrió un nuevo episodio de imágenes ricas en connotaciones hasta entonces ignoradas que fueron forjando el gusto del arte moderno. Influencias derivadas del coleccionismo de estampas japonesas, el descubrimiento del arte primitivo oceánico y africano, aportaron a la pintura y escultura occidentales conceptos más allá de la retratística convencional. Algunos artistas asimilaron la autorrepresentación como proyección de un arquetipo antiguo; es el caso de Picasso con la estatuaria íbera o etrusca, como también lo fue el “robo” de identidades heredada de la

Comedia del Arte y el personaje de Arlequín. Más adelante, la trasgresión de lo ambiguo dadaísta en el alter ego duchampiano, Rrose Selavy, los
retratos mass media reproducidos machaconamente por Warhol en sus serigrafías pop o la efigie repetida a partir de un molde de escultura, del sempiterno chino riente creado por el escultor Juan Muñoz, estarían también en las apropiaciones del arte contemporáneo sobre lo identitario reflejado en caras seductoras, frívolas, profundas, inquietantes, bellas, irónicas, sensuales o mágicas… La obra de Lantomo, un sorprendente recorrido monográfico en torno a la singularidad del rostro, se sitúa más allá del retrato romántico para acercarse a las corrientes posmodernas y quizá de refilón, a ciertas influencias del fotorrealismo. Detrás está la voluntad de reinventar una hiperrealidad que al mismo tiempo se aproxime al elemento transcultural en sus asimilaciones personales. Es sabido que la pintora italiana vivió un largo período en China y que dicha estancia repercutió en el interés por las artes escénicas de tradición oriental, donde la omnipresencia del rostro y sus complementos, maquillaje, objetos, máscaras… potencian al máximo su plasticidad.

Asimismo, las modelos de rasgos asiáticos y mirada lánguida de Lantomo, adoptan una belleza icónica individual/colectiva de fisicidad ornamental, muy atractiva a los ojos del observador. En ellas, dibujo y color son los fundamentos de una técnica exquisita destinada a la construcción minuciosa de la imagen sobre el plano monocromático, centrada sobre todo en la cuestión dialéctica de fondo / figura. El lustre derivado de la objetivación del sujeto, desde el detalle a la totalidad, no está reñido con la veracidad carnal y emocional que la artista persigue para acrecentar el realismo de lo fingido. En cada elección del posado, en cada composición de buscado preciosismo, los retratos de Lantomo parecen querer alcanzar la plenitud de una mega presencia emergente, una suerte de suspensión, de no transitoriedad.